sábado, 14 de noviembre de 2009

Mis monstruos favoritos



Ayer conseguí enfrentarme a un miedo del pasado.

Cuando era niño, y dada la descuidada y permisiva educación de mis padres, veía muchas películas de terror. Una de ellas me traumatizó de verás. Estoy hablando de Viernes 13. Hay una escena de la película en la que Kevin Bacon (el único actor del film que progresó con su carrera) está acostado en la cama y es degollado por el asesino de la historia, que se encontraba escondido justo debajo. Desde entonces, siempre que me iba a la cama, miraba antes por debajo, no fuera a ser que hubiera escondido un psicópata (lo cual hubiera sido muy lógico), o un gremlin en su defecto. Y así estuve bastantes años, por cierto. No volví a ver esa película nunca...

Nunca, hasta ayer. Ayer precisamente, Viernes 13, me atreví a volver al campamento de Cristal Lake y enfrentarme a Jason Voorhees y su horrenda madre. Y además lo hice solo, en mi oscuro y silencioso piso. Con dos coj... El resultado: positivo ( en caso contrario no estaría ahora escribiendo estas líneas). Conseguí superar el trauma, vencí la maldición. Y sin demasiado esfuerzo. Sin embargo, esta victoria personal me deja una sensación inquietante.

No sé, pero tengo la sensación que una vez superado mis temores infantiles, éstos han sido sustituidos por otros (aún peores). Lo que antes me hacía estremecer, cerrar los ojos, mantenerme la noche en vela o tener terribles pesadillas, ahora me entretiene, me entusiasma o incluso me hace reír. La niña del Exorcista, Jack Torrance, Fredy Krueger, o el propio Jason, han pasado de ser los malvados monstruos del pasado a concertirse en unos amigos con los que saldría de copas y hablaría de la vida (bueno, en este caso supongo que más de la muerte que de la vida, depende de quién guiara la conversación). Son mis colegas.

Por otra parte, es pensar en temas como el desempleo, las facturas e hipotecas, el matrimonio, los hijos... Y eso sí que me da miedo. Puede que el director del banco no te saque las entrañas a cuchilladas, que tu mujer no quiera clavarte un hacha en la cabeza o que tus hijos no te vomiten encima (bueno, esto último sí que es más factible). Pero te aseguro, que pueden hacerte cosas mucho peores...

Así que si un día comprobáis que he conseguido superar también estos temores, al igual que superé los de mi infancia, y me véis casado, con hijos y pagando una gran hipoteca, hacedme un favor: poneos una máscara, coged un arma, e id a por mí.

Dulces pesadillas a todos.

3 comentarios:

  1. La realidad siempre nos aterrará más que la ficción. Los villanos de carne y hueso intimidarán siempre más que los del celuloide.

    Marco Ant

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    1. VIVA el Conde DRÁCULA.
      Es eerr mejoooo , triunfa toas lass nocheee y antes que amanezca dormiiii, a esas horas no hay na bueno

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    2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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