jueves, 3 de octubre de 2013

Vida de un feo

Mis amigos y yo nos hemos reído mucho con esto. Pero que conste que no es autobiográfico... mamones.


Era tan feo que cuando nació en vez de ponerse a llorar el niño, lloró el médico. La madre preguntó qué había sido y el médico contestó “esto ha sido muy mala suerte”. “No, en serio, doctor…” “Mire, lo tiramos al aire y si vuela es un murciélago”. Cuando la madre lo vio gritó “¡Vuelva a meterlo para dentro, vuelva a meterlo para dentro!” En vez de llevárselo la enfermera se lo llevó la limpiadora. Lo pusieron en la incubadora y puso un huevo. Para bautizarlo usaron el agua de una charca. Cuando cumplió un año en la tarta en vez de “cumpleaños feliz” le pusieron “¿todavía no te has muerto?”. Lo llevaron los padres al zoo porque decían que ya era hora de que conociera a los primos. Y cuando quisieron salir no les dejaron porque decían que lo habían robado. Cuando lo sacaba la madre a la calle las vecinas le llamaban la atención por no llevar una bolsa de plástico para recoger las caquitas. Los espejos no se rompían cuando se miraban en ellos, se iban a comisaría y le denunciaban por maltrato. Cuando llegaba Navidad siempre le regalaban lo mismo: caretas. Cuando hizo la Primera Comunión en vez de vestirlo de marinerito le pusieron una pipa y le disfrazaron de Popeye. En el colegio todos los niños tenían un mote: el gordo, el gafas, el cabeza, el feo, el superfeo, el hiperfeo… A él le llamaban el indescriptible. Cuando jugaba a Alibaba el conejo de la suerte le cambiaban el nombre y decían Alibaba el conejo de la desgracia. Tan feo era que la maestra le puso un 10 en fealdad y luego se lo quitó porque decía que se había copiado. Cuando llegó la hora de hacerse la orla tres fotógrafos se dieron de baja por ansiedad y dos más por depresión. Cuando fue a la Universidad se pensaron que era un experimento de la facultad de Ciencias que había salido mal. Fue a una manifestación pacífica y le pegaron. En las fiestas la gente no se emborrachaba para desinhibirse sino para verle borroso. Fue a una entrevista de trabajo con una careta de King Kong y le reconocieron. No le hizo falta encontrar trabajo porque le dieron la paga por Incapacidad Absoluta por feo. Fue a pedirle a la virgen una novia y la virgen se tiró un peo en su cara. Al final se echó novia y los del Discovery Channel le llamaron para hacer un documental sobre su vida. Se la presentó a los padres y creyeron que era una prostituta yonqui y ciega. Conoció a los padres de ella y llamaron a un exorcista para expulsar al demonio del cuerpo de su hija. En la boda el cura se emborrachó de vino porque era el primer milagro que veía en toda su puta vida. Cuando salieron de la iglesia en vez de echarles arroz les echaron pienso. La tarta de la boda en vez de los muñequitos de los novios tenía el muñeco de la novia y al lado un Winnie The poo. En la celebración nadie se atrevió a gritar “¡Que se besen los novios!” por miedo a vomitar sobre la cena del convite. Y en la noche de boda no les dejaron entrar en el hotel porque se pensaban que era una broma de cámara oculta. Se fueron de viaje de novios a Japón y los japoneses se pensaron que les invadía Godzilla. Se puso la mujer de parto y en vez de llevarla a un hospital tuvieron que llevarla a una central nuclear por lo que pudiera salir de allí. El niño aprendió a andar en cuatro meses para poder escaparse de casa. La primera palabra que dijo no fue “papá”, fue “cosa”. En vez de darle una paga le tenía que dar una indemnización por daños morales. En el día del padre siempre le regalaba una soga. Al final se ahorcó, y en el ataúd le pusieron vuelto de espalda. En vez de enviarle coronas de flores se las enviaron de espinas, y en vez del pésame a la viuda le daba la enhorabuena. El funeral lo celebraron en el Tívoli, y en la lápida de su tumba en vez de un epitafio pusieron una advertencia: ¡Cuidado, peligro de zombi! 

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