Sinopsis: Un gracioso monólogo con el que más de uno y una se sentirá muy identificado.
Dicen que el sexo es natural.
Algo natural. Sí, y complicado una “jartá” también. Sobre todo para los
hombres. Y… Sobre todo para mí. Si es
que hoy día quien no tiene pareja estable y quiere conseguir sexo tiene que
hacer más piruetas que… Que en la cama, fijaos la ironía. Es que se ha vuelto
más complicado que encontrar un piso por menos de treinta kilos. Bueno
perdonad, eso ya sé que es imposible. Pero a veces practicar el sexo también se
puede convertir en una misión: imposible.
Antiguamente no era así. Antes
cuando querías acostarte con una chica bastaba con pedirle la mano de mentira.
Tenía el inconveniente de que te podías pegar un buen susto si ella se lo
contaba a los padres creyendo que lo de pedirle la mano iba en serio, pero se
te pasaba en cuanto te la tirabas, claro que sí.
Ya eso no funciona porque le
pides a una tía que se case contigo y ahora las que huyen son ellas. ¡Así que hay
que currárselo! ¿Y cómo? Pues haciendo mogollón de cosas. Lo primero es llamar a
los colegas para salir. A todos los que sean más feos que tú, así no te hacen
competencia y te hacen lucir más, y al final siempre cae una tía que a última
hora ya anda desesperada y decide quedarse con lo menos malo.
Una vez reunidos todos tus colegas,
salís. Eso sí, no se te olvide dejar el Emule funcionando y bajándose porno,
por si no hay suerte que no te quedes esa noche de vacío. Una vez apalancados
en un bar más o menos aceptable, con música del Bisbal, pero lleno de tías
buenas, que es lo que importa, el siguiente paso es elegir la presa. Y aquí
todo vale. No importa que la tía no te haya echado el ojo ni por asomo en toda
la noche, tú te lo crees. Se lo dices a tus colegas: “Oye, pues antes creo que
me ha mirado”. “¿Sí, cuando te has puesto a saltar como un gorila, que casi te
echan?” “¿Ah, sí? ¿Y cuando se me ha acercado qué? “¿Pero qué dices tío? Anda,
quítate de la puerta del servicio de señoras que no dejas pasar a las tías”. El
caso es que a ti ya se te ha metido entre ceja y ceja que esa, esa que no te
está haciendo ni puto caso en toda la noche, tiene que ser la que caiga. ¿Por
qué? ¿Por que es la tía más buena del bar? No. ¿Por que no tiene novio y todas
las demás sí? Tampoco. Es porque tiene cara de buena gente y pensamos que no
nos va a rechazar por lástima.
Así que, después de tres cuartos
de hora mínimo calentándote la cabeza con “ahora voy, ahora no voy”, vas. Y
aquí es cuando me quito los miedos y me dejo de rodeos y banalidades:
simplemente finjo que la he confundido con otra. Y claro, ya que estamos pues
la invito a una copa. Y a dos, y a tres… El caso es que beba,
que beba…
Y cuando ya ha bebido lo suficiente, o sea, cuando se la ve cachonda, la
invitas a tu casa y entonces la sacas del bar, la metes en el coche y por ti allí
mismo, pero ella: “no, aquí no que es muy incómodo”, te aguantas, conduces
hasta tu casa saltándote todos los semáforos y rezando a la Buenaventura para que
no te pare la Guardia
Civil, poco antes de llegar a tu casa ella te recuerda lo de
los condones, justo ese tema del que tú no podías haberte acordado antes,
gilipollas, más que nada por la falta de costumbre, así que te recorres media
ciudad y tres cuartos buscando una máquina de condones y cuando la encuentras
otra vez de regreso, pero se te acaba la gasolina y tienes que parar a reponer
porque sino no llegas, y llegas, y ella se ha quedado dormida, normal, pero la
despiertas, de cualquier forma, aunque sea pegándole cabezazos contra el
volante, y si no funciona, la subes a rastras tirándole de los pelos, entráis
en el dormitorio, pero antes de nada a ella le da por potar, que entonces tú te
asustas y piensas: “a ver si se le va a pasar el ciego…”, falsa alarma, así que
por fin conseguís hacerlo, pero como con las prisas se te ha olvidado ponerte
el condón a las dos semanas te viene ella diciéndote que se ha quedado
embarazada y que sólo tú puedes ser el padre, que le dices: “¡Coño, pero con lo
borracha que estabas cómo te acuerdas de mi cara!”, pero la excusa no sirve,
así que te acabas casando con ella, criando a una bestia que no para de
llorar y con una pedazo hipoteca del piso de más de treinta kilos que
has tenido que comprarte para vivir todos juntos porque por menos de ese precio
ya era tentar demasiado a la suerte, uuuuy, un espermatozoide entre un millón
llega al óvulo, ¡pero un piso barato en la vida!, ¿y tanto sufrimiento para
qué? ¡Por dos minutos de diversión!
Mucho más
rentable me hubiera salido quedarme en casa mirándome la porno de Emule. En
fin, que sí, que el sexo es natural. Natural-mente jodido.
Jajaja eso sin contar que tuviste tan buena suerte que lo único que pescaste fué un chilpayate-bebé por esos miseros 3 segundos....esta más jodido si te dejan regalitos con los que casi sientes que se te cae el pirrin jajaja; definitivamente el sexo en estos tiempos es "casi" imposible. Saludos.
ResponderEliminarPato
¿Qué fue lo que la convencio, el alcohol o la técnica del desgaste? "¡Hazme el amor a ver si te callas!"
ResponderEliminarJuanma.
Por si no lo habéis leído aún:
ResponderEliminarhttp://mundoflanagan.blogspot.com.es/2013/07/cuando-fue-la-ultima-vez-que-lo-hiciste.html
¡Un abrazo!