lunes, 13 de julio de 2009

Dios: un ídolo venido a menos.

¿Te has parado a pensar alguna vez cómo será la psicología de Dios? Descúbrelo en este divertido monólogo.



Observando las expresiones populares de la gente me he dado cuenta de la manía que tenemos la gran mayoría de mortales de cagarnos en Dios, lo cual me hace preguntarme: ¿Y en el Diablo, por qué no se caga nadie en el Diablo, eh? No lo sabéis, ¿verdad? Pues yo sí. Por miedo. Como la mayoría sabemos que vamos a ir al infierno, pues… Queremos que se nos de un trato allí, claro. Ya que vamos a pasar toda una eternidad en el averno, mejor pasarla a gustito, que no haya disgustos, que allí hace mucho calor y a ver si van a quitar el aire acondicionado. Que cuando hay roces la convivencia se vuelve muy difícil, mirad a los de Gran Hermano si no. Sin embargo, a Dios, como sabemos que no le vamos a ver el careto, pues eso, a liberar tensiones con él.

  Y es que, si os fijáis, en los últimos tiempos, el carisma del Diablo ha subido, ¡pufff! Por las nubes, quién lo iba a decir, ¿verdad? Mientras que el carisma de Dios, está por los suelos. Yo creo que es que somos demasiado exigentes con él. Le debemos tener  saturado  al pobre, siempre pidiéndole cosas. Que si me toque la lotería, que si a ver si se incendia el centro de trabajo para no ir hoy, que a ver si ligo con la vecina, la del segundo, esa que está tan buena, ¡por Dios! Lo tenemos que tener estresado. Que tiene que estar muy “quemao” el Dios ya. Incluso deprimido. Claro, siempre pidiendo para nosotros, nunca pensamos en él. Además, un tío que lleva tanto tiempo allá arriba, solo, al final se le tiene que ir la olla. Que el aislamiento puede llegar a perturbar mucho la mente. Porque vamos a ver, Dios, con las únicas personas que puede hablar, ¿con quienes son? Pues con Jesucristo y con el Espíritu Santo, ¿no? ¡Y todos son el mismo, o sea que trastorno de personalidad múltiple! Pero cuidado, que yo no estoy diciendo que Dios esté loco. Loco no, pero tiene sus cosas, como todo el mundo, sus problemillas. Lo que necesita es un poco de ayuda y ya está. Ahora, eso sí, ser el psicólogo de Dios tiene que ser, ¡pfff! Vamos… Tiene que ser la hostia de difícil. Sobre todo por la presión que conlleva. Porque si no eres capaz de solucionar sus problemas, pues después… Después no te va a llamar ni Dios, eso está claro.

  El caso es que, por un motivo o por otro, la relación entre Dios y el hombre ya no es la misma que antaño. No sé, se ha acabado la chispa, el “feeling” que había antes. Porque antes la gente hablaba mucho con Dios, pero ahora, de aquí a un  tiempo se le nota ausente. ¡Anda, a ver si es que se ha ido! No creo, ¿no? Sin avisar ni nada, qué feo estaría, ¿verdad? Además, si se hubiese ido, nos habríamos dado cuenta enseguida porque una falta tan importante como esa se nota. Que Dios no es como el típico tío aburrido que se va temprano de una fiesta y ni sabíamos que había estado allí. ¿Os imagináis, ahí, en la fiesta? “Oye, ¿has visto a Dios?” “¿A quién?” “Sí, hombre, un chaval así con barba muy larga, y así como con una presencia solemne y eso.” “Ah, ya caigo. Pues no sé dónde se ha metido pero hace un momento estaba ligando con tu vecina la del segundo, o sea que…”

  Hombre, es que Dios será mucho Dios, pero hasta él debe tener necesidades. Yo si fuera Dios, uf… Pudiendo mirar en todos los sitios. ¡Joder, como tener porno por cable gratis, vamos! Además, que quieres una cita para esta noche, pues no tienes ni que ligar con una tía, ¡la creas y ya está!  Más fácil.

  Porque ser Dios, viéndolo desde una perspectiva positiva, también tiene sus ventajas, no os creáis. Está lo de las tías, ¿no? Y… y… los de las tías. Y… Vamos, básicamente lo de las tías, para qué quieres más. Porque a ver,  tú te presentas a una tía diciéndole “soy Dios”, y eso impresiona, eso te da como categoría, te da señorío. Es otro estatus. Claro, después la chica esta se va para la amiga y le dice: “¡Oye, ¿a que no sabes?, he estado hablando con Dios, tía!” “¡No jodas!” “¡Te lo juro!” “Pues quien diría que ese es Dios, lleva toda la noche  mirándote el escote”. “No, pues también”.

  ¿Y si la chica ésta tuviera novio? Y viendo que tú estás intentado ligarte a su chica, pues él se enfada, normal. Pero tú te defiendes: “¡Eh cuidado, eh, cuidado conmigo, que a mí no me puedes pegar, que soy Dios, eh! Cuidado, a ver si se me va a ir la mano y va a haber aquí un diluvio universal o un Apocalipsis o algo por tu culpa”. Y si el colega se pone chulo, y se caga en ti, o sea en Dios, pues tú, como eres Dios, lo mandas al infierno y la piva para ti. ¿O va a preferír ella estar con un cualquiera antes que con Dios?

  En conclusión, que si Dios está deprimido será porque él quiere.

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