miércoles, 9 de diciembre de 2009

Si tiene una Constitución en casa, quémela por favor.



Hace unos poco días se cumplía el 31 aniversario de la Constitución y el gobierno para celebrarlo organizaba diversos actos: lectura de la Constitución por distintos personajes públicos, puertas abiertas del Congreso para la visita de los ciudadanos... Y hasta se formaron colas y todo, y hubo gente esperando desde las 6 de la mañana (lo que no se vea). En fin, que todo muy bonito.

O a lo mejor no...

Dice el artículo 1.1 de la Constitución (el primero, el principio del texto, oiga): España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.

Ajá. Ya. Libertad, justicia, igualdad y pluralismo político. Qué palabras tan bonitas. Sin embargo, 31 años después, ni libertad, ni justicia, ni igualdad ni ná de ná.

No somos libres porque vivimos oprimidos por un sistema que te obliga a consumir y ser productivo. Si no lo eres te margina, te excluye, te condena, incluso te destierra, y hasta te mata. Es la dictadura del dinero.

No vivimos en un mundo justo porque si eres rico y quebrantas la ley, te caen pocos años, te meten en la cárcel pero concediéndote todo tipo de privilegios, y luego cuando sales puedes recuperar el tiempo perdido ganando dinero concediendo entrevistas a programas de prensa rosa de la televisión. Pero si eres pobre lo peor que te puede pasar no es que te metan en la cárcel. Lo peor es que no salgas nunca vivo de allí.

Tampoco somo iguales. Mientras se permita que haya hombres, llámense ejecutivos, consejeros, empresarios, políticos o jugadores de fútbol, que ganan lo que cientos a la vez, la palabra igualdad no será precisamente la que mejor defina nuestra sociedad. Aunque casi. Sólo habría que ponerle una sílaba más delante: des.

Y en cuanto al pluralismo político, sólo ha servido para que en este país, los llamados padres de la constitución, considerados héroes por la patria, nos inunden, nos infecten , nos plaguen con un ejercito de concejales, alcaldes, parlamentarios, diputados, senadores, ministros... En definitiva, con una nueva clase social, la clase política, que utilizando precisamente la Constitución como instrumento, como principal arma, se ha dedicado y se dedica a enriquecerse a costa de un pueblo adormecido que sueña con palabras bonitas que siempre se quedan en el papel, en lugar de trabajar, aquellos, los políticos, por construir un mundo más libre, más justo, más igualitario y más plural.

Así que después de 31 años, a mí, un simple ciudadano de a pie, un hijo de vecino como otro cualquiera, no me queda otra que preguntarme: ¿PERO QUÉ MOTO ME HAN VENDIDO?

¿Y tú...? ¿También te lo estás preguntando?

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