domingo, 19 de octubre de 2025

HAY QUE ODIAR MÁS

 





Hay que odiar más.

Se odia poco.

Ningún psicólogo o poeta ha habido ni habrá, más que yo, 

que te lo diga.

Todo humanista aboga por amar. 

Amar más. A todo el mundo. En todas partes.

Ama.

Yo digo odia, y estrecha el alma.

Odia a los odiadores.

Odia a todo aquel que se quiere hacer rico con las necesidades de los demás.

Odia a los codiciosos y a los egoístas.

Rentitas, sionistas, estáis en nuestras listas.

Odia a los que explotan.

Odia a los fascistas.

Odia a ignorantes nostálgicos de una época negra que no conocieron.

Odia al que mira a su vecino con superioridad y desprecio.

Odia a los racistas.

Que se mueran los feos, dice la canción.

Que se mueran los que hacen cosas feas, digo yo.

Que se mueran, lenta y dolorosamente, los tipos duros.

Esos tipos duros que se han puesto tan de moda.

Que, como los acosadores de los colegios,

abusan de su poder para machacar al más débil.

Que se mueran ellos. Y los que les votan.

Trump, Netanyahu, Milei, Ayuso, moríos,

pero lenta y dolorosamente,

porque cosecharéis lo que sembráis,

y que se mueran quienes os admiran.

El mundo sería un lugar mejor si muriera mucha mala gente.

Pero siempre mueren los mismos. Los inocentes.

Los malvados se aprovechan de tu amor para hacer el mal.

Y les funciona.

Así que odia, joder, odia.

Pero canaliza tu odio.

Únete, organízate, lucha, ¡revoluciona!

El mundo os necesita.

El mundo necesita que señaléis a los bastardos.

Y que les hagáis pagar por sus bastarderías.

Necesita indignación, pero también reacción.

Que la maldad no sea impunidad.

Odio a los que miran a otro lado.

A los neutrales.

Cuando hay pobreza y hambre,

cuando hay gentes sin casa y casas sin gente,

cuando bombas matan bebés,

ser neutral es estar al lado del mal.

Y el pacifismo el mejor seguro de vida para los poderosos.

La revolución francesa no fue pacifista.

La revolución cubana no fue pacifista.

La revolución de los pueblos indígenas de América y África,

no fue pacifista.

Ellos tienen las armas, las policías y los ejércitos, es verdad.

Pero nosotros somos millones en todo el mundo.

Unámonos, organicémonos, luchemos, ¡revolucionemos!

Haz activismo, y activamente odia.

Odia, joder, odia.

Hay que odiar más. Se odia poco.


Porque en un mundo en el que la codicia se impone a la humanidad,

y el egoísmo prevalece frente al bienestar global,

ningún psicólogo, psicóloga, humanista o poeta, excepto yo, te lo dirá,

pero odiar es señal de salud mental.


Odio al ser humano, y tú lo sabes bien.

Aunque, todavía, sigo teniendo fe. 


Psicopoema de David Salinas, psicólogo y escritor. 2025.


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