En un año con poco tiempo por culpa de una mudanza (grrr, malditas mudanzas, ¿existirá algo más estresante?), no he podido ver muchas de las películas nominadas este año a los Oscars. Se han quedado pendientes A complete unknown, Dune 2 (ni ganas que tengo. Me quedé dormidísimo con la primera), Aún estoy aquí, Nickel Boys y Wicked. Especial coraje me da no haber visto la cinta de Walter Salles, Ainda estou aqui en su título original. Me da pálpito y creo que se llevará algo de sus tres nominaciones; tiene pinta de peli de las que permanecen. Veremos.
De las vistas, Emilia Pérez, polémicas aparte, me decepcionó. Es entretenida, tiene momentos brillantes y Saldaña (con "ñ") está fabulosa y es favorita para ganar el Oscar a mejor actriz secundaria, pero es también alborotada, tiene canciones malas y el final parece haberse hecho a prisa y corriendo. No es ni de lejos la mejor cinta de Audiard, que a mí me enamoró con De óxido y hueso (él y, sobre todo, Marion Cotillard, dicho sea de paso). The brutalist, otra de las grandes favoritas, es peor todavía. Larga, excesivamente larga (casi tres horas y media), y tediosa, pesada, insoportable. Aún así, Brody suena fuerte como actor principal, y si se lo lleva, se lo merece. A no ser que se lo quite Ralph Fiennes. El británico hace un trabajazo en Cónclave, un filme de intriga ambientada en El Vaticano, de los que mantiene el interés del espectador de principio a fin. Me ha gustado, aunque no es destacable; quizá se lleve el de guion adaptado y banda sonora.
De las nominadas a mejor película que yo haya visto, las que más me han gustado han sido La sustancia y Anora. La primera es una bizarrada, una alegoría que deviene en grito de rabia (o vómito de sangre, según se mire) contra la sociedad del culto al cuerpo. Espero que se lleve algo. Aunque mi favorita para los grandes premios es Anora. He de reconocer que la cinta de Sean Baker (del que quiero ver mucho más) me aburrió durante todo el primer acto (es decir, durante casi tres cuartos de hora de película), pero luego se vuelve todo lo contrario: delirante, divertidísima, me arranca carcajadas a cada momento, los diálogos y situaciones fluyen a velocidad de vértigo y, además, son tan naturales y creíbles que te metes de lleno. Te enamoras de la peli. Si no se lo quita La sustancia, se llevará el Oscar a mejor guion original, y espero que también el de mejor director y película (y digo esto solo a expensas de saber cómo será Aún estoy aquí).
Sin embargo... si algo ha destacado este año, en lo que a cine internacional se refiere, ha sido el cine de animación. Hemos presenciado uno de los mejores años del cine de animación de los últimos tiempos. Todas las películas nominadas, Robot Salvaje, Inside Out 2, Memorias de un caracol y Flow (no he visto la última de Wallace y Gromit, pero seguro que también es buenísima, como las anteriores), me gustan más incluso que Anora y La sustancia, y se merecen un hueco en lo más alto de la colección de cualquier fan del género. El cine de animación bien hecho, o muy muy bien hecho, como el de este año, es inteligente, es original y creativo, es divertido, es emocional, es profundo y es inspirador. 4 joyas + seguramente una más que ningún cinéfilo se puede perder, y cualquiera de ella se merece el Oscar. Este año, los dibus han ganado a la imagen en carne y hueso.
En cualquier caso, ¡viva el cine, y larga vida al cine de animación! And the Oscar goes to...