Hace ya varios días que la selección española de fútbol cayó sorprendentemente (y sobre todo, decepcionantemente) en la primera fase de grupos del mundial, tras perder sus dos primeros partidos, además de forma clara. El impacto ha sido tan doloroso para algunos que no son pocos los que hoy se siguen preguntando: "¿Qué nos pasó?".
A nosotros nada. Seguimos en crisis, con 6 millones de parados, políticos corruptos a espuerta y altas audiencias de "Sálvame". Ah, sí, cambiamos de rey, pero esa una noticia tan poco relevante para nuestro porvenir colectivo como la de que si España gana o pierde el mundial.
Qué nos o qué les pasó se ha intentado explicar a través de muy diversas teorías: los jugadores llegaron cansados después de un final de temporada intenso, ha habido falta de hambre porque ya lo habían ganado todo, se han confiando, se han creído superiores... Incluso Rajoy, en un acto que le honra, se autoachacaba la culpa un día antes del partido decisorio contra Chile diciendo: "Si pierde España también será culpa mía". En fin... Casi dan ganas de alegrase de que perdiera para no oírle decir: "¿Véis?, ha ganado la selección, ¡España va bien!".
Como teorías sobre el "¿por qué no pudimos?" debe haber tantas como seleccionadores de fútbol (es decir, uno por cada español), he aquí la mía, la:
TEORÍA DE LA DISONANCIA GOGNITIVA DE LA ROJA
Fuera chistes (de un gusto exquisito, por cierto), este concepto de la disonancia cognitiva no es ninguna broma: es un constructo creado por el psicólogo estadoudinense Leon Festinger en 1957, y hace referencia a una discrepancia interna según la cual dos creencias del sistema de valores de un individuo chocan entre sí, provocando una tensión o desarmonía psicológica en la persona.
¿Por qué sirve esta teoría para explicar el fracaso de La Roja o, casi mejor, cómo ha podido revelarse este conflicto interno en los jugadores, a través de qué?
Del dinero, cómo no. Dinero, dinero y dinero.
Los jugadores de La Roja iban a ser con diferencia los mejor primados del Mundial si ganaban el torneo. 720.000 euros de nada. Bastante más que por ejemplo países como Alemania.
Claro, esa presión, esa disonancia, pesa. Pesa tanto que te hace correr con menos velocidad, saltar con menos empuje, golpear el balón con menos fuerza.
Porque parto de una premisa: los jugadores de la selección son majos. Sí, a pesar de ser ricos, guapos y famosos, creo que son majos. Provienen de "familias normales", como la tuya y la mía, es decir, de esas que se tiran los trastos de vez en cuando a la cabeza y no por ello dejan de ser familias, al contrario que otras que se matan por herencias millonarias. Y además de ser majos, parto también de que no son tontos. Vale que a lo mejor no todos ellos se van a sacar un doctorado universitario, pero tontos no son. Y como no son tontos, saben la que está cayendo en su país. Y saben que, aunque ellos no se hayan puesto la cifra, ganar 720.000 euros siendo de un país con 6 millones de parados y políticos corruptos a espuerta (y altas audiencias de "Sálvame") es disonante. Sonrojantemente disonante.
Además, la carta de una madre pidiendo a los jugadores que si ganaban donaran parte de sus primas para financiar comedores escolares en el verano para niños sin recursos, y la posterior campaña de recogidas de firmas a favor de esta causa que se inición en Internet, supongo que ayudaron a agudizar esta discrepancia.
Así que, ésa es mi respuesta al "¿por qué no pudimos?": los jugadores de la selección española de fútbol no pudieron porque en el fondo, muy en el fondo, seguramente inconscientemente, sabían que no debían.
Puedes estar a favor o en contra de esta teoría, respetarla o reírte de ella. No me importa ya que, como dije, teoría hay tantas como seleccionadores, una por cada español. Aunque en este caso... yo tengo dos:
TEORÍA DE QUE LOS HOLANDESES Y CHILENOS JUGARON MEJOR Y MARCARON MÁS GOLES.
Y ésta, sí que no me la puedes rebatir.
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