En este día, para mi madre, para todas las madres.
Cuando era
pequeño me pasaba las tardes jugando en la calle con los amigos, y no eran
raras las ocasiones en las que volvía con alguna “herida de guerra” que mi
madre se instaba a curar pronto con mercromina. ¡Vaya si picaba la condenada!
Recuerdo con cariño cómo mi madre me soplaba para aliviarme el dolor. Y es que
el amor se puede demostrar de muchas maneras: con un beso, con un abrazo, con
una lágrima… ¡Y por supuesto, también soplando mercromina! Incluso con un post:
¡te quiero mamá!
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