Observando las expresiones populares de la gente me he dado cuenta de la
manía que tenemos la gran mayoría de mortales de cagarnos en Dios, lo cual me
hace preguntarme: ¿Y en el Diablo, por qué no se caga nadie en el Diablo, eh?
No lo sabéis, ¿verdad? Pues yo sí. Por miedo. Como la mayoría sabemos que vamos
a ir al infierno, pues… Queremos que se nos de un trato allí, claro. Ya que
vamos a pasar toda una eternidad en el averno, mejor pasarla a gustito, que no
haya disgustos, que allí hace mucho calor y a ver si van a quitar el aire
acondicionado. Que cuando hay roces la convivencia se vuelve muy difícil, mirad
a los de Gran Hermano si no. Sin embargo, a Dios, como sabemos que no le vamos
a ver el careto, pues eso, a liberar tensiones con él.
Y es que, si os fijáis, en los
últimos tiempos, el carisma del Diablo ha subido, ¡pufff! Por las nubes, quién lo iba a decir, ¿verdad?
Mientras que el carisma de Dios, está por los suelos. Yo creo que es que somos
demasiado exigentes con él. Le debemos tener
saturado al pobre, siempre
pidiéndole cosas. Que si me toque la lotería, que si a ver si se incendia el
centro de trabajo para no ir hoy, que a ver si ligo con la vecina, la del
segundo, esa que está tan buena, ¡por
Dios! Lo tenemos que tener estresado. Que tiene que estar muy “quemao” el
Dios ya. Incluso deprimido. Claro, siempre pidiendo para nosotros, nunca
pensamos en él. Además, un tío que lleva tanto tiempo allá arriba, solo, al
final se le tiene que ir la olla. Que el aislamiento puede llegar a perturbar
mucho la mente. Porque vamos a ver, Dios, con las únicas personas que puede
hablar, ¿con quienes son? Pues con Jesucristo y con el Espíritu Santo, ¿no? ¡Y
todos son el mismo, o sea que trastorno de personalidad múltiple! Pero cuidado,
que yo no estoy diciendo que Dios esté loco. Loco no, pero tiene sus cosas,
como todo el mundo, sus problemillas. Lo que necesita es un poco de ayuda y ya
está. Ahora, eso sí, ser el psicólogo de Dios tiene que ser, ¡pfff! Vamos…
Tiene que ser la hostia de difícil. Sobre
todo por la presión que conlleva. Porque si no eres capaz de solucionar sus
problemas, pues después… Después no te va a llamar ni Dios, eso está claro.
El caso es que, por un motivo o
por otro, la relación entre Dios y el hombre ya no es la misma que antaño. No
sé, se ha acabado la chispa, el “feeling” que había antes. Porque antes la
gente hablaba mucho con Dios, pero ahora, de aquí a un tiempo se le nota ausente. ¡Anda, a ver si es que se ha ido! No creo, ¿no? Sin avisar ni nada, qué feo estaría,
¿verdad? Además, si se hubiese ido, nos habríamos dado cuenta enseguida porque
una falta tan importante como esa se nota. Que Dios no es como el típico tío
aburrido que se va temprano de una fiesta y ni sabíamos que había estado allí.
¿Os imagináis, ahí, en la fiesta? “Oye, ¿has visto a Dios?” “¿A quién?” “Sí,
hombre, un chaval así con barba muy larga, y así como con una presencia solemne
y eso.” “Ah, ya caigo. Pues no sé dónde se ha metido pero hace un momento
estaba ligando con tu vecina la del segundo, o sea que…”
Hombre, es que Dios será mucho
Dios, pero hasta él debe tener necesidades. Yo si fuera Dios, uf… Pudiendo
mirar en todos los sitios. ¡Joder, como tener porno por cable gratis, vamos!
Además, que quieres una cita para esta noche, pues no tienes ni que ligar con
una tía, ¡la creas y ya está! Más fácil.
Porque ser Dios, viéndolo desde
una perspectiva positiva, también tiene sus ventajas, no os creáis. Está lo de
las tías, ¿no? Y… y… los de las tías. Y… Vamos, básicamente lo de las tías,
para qué quieres más. Porque a ver, tú
te presentas a una tía diciéndole “soy Dios”, y eso impresiona, eso te da como
categoría, te da señorío. Es otro estatus. Claro, después la chica esta se va
para la amiga y le dice: “¡Oye, ¿a que no sabes?, he estado hablando con Dios,
tía!” “¡No jodas!” “¡Te lo juro!” “Pues quien diría que ese es Dios, lleva toda
la noche mirándote el escote”. “No, pues
también”.
¿Y si la chica ésta tuviera
novio? Y viendo que tú estás intentado ligarte a su chica, pues él se enfada,
normal. Pero tú te defiendes: “¡Eh cuidado, eh, cuidado conmigo, que a mí no me
puedes pegar, que soy Dios, eh! Cuidado, a ver si se me va a ir la mano y va a
haber aquí un diluvio universal o un Apocalipsis o algo por tu culpa”. Y si el
colega se pone chulo, y se caga en ti, o sea en Dios, pues tú, como eres Dios,
lo mandas al infierno y la piva para ti. ¿O va a preferír ella estar con un
cualquiera antes que con Dios?
En conclusión, que si Dios está
deprimido será porque él quiere.
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