Sorprenderá a muchos la afirmación que hago en el título de este post, ya que soy de esos a los que les pone ir a contracorriente. Pero es que la navidad se ha vuelto tan impopular que ahora todo el mundo está contra ella. El último anuncio del Gordo no ha hecho un gran favor a la causa.
Y es que, objetivamente (siempre que alguien diga "objetivamente", que sepas que en el fondo está diciendo: "porque me sale a mí de la po..."), hay muchas razones para odiar la navidad. Repasemos algunas de ellas:
- Es una época de compras. Y ahora casi nadie tiene un euro para comprar y sin embargo... Llégate a un centro comercial por estas fechas. Llenos. Abarrotados. Son la pesadilla de un agorafóbico. Sacamos de donde no tenemos para hacer nuestras compras navideñas y regalar. ¿Por qué? Porque sabes que corres el riesgo de que si no regalas, el próximo año no te regalarán a ti. Y ese es el auténtico significado de la navidad: dar, esperando algo a cambio. Después hay gente que se emociona y todo.
- Es una época en la que hay que ser felices. Por huevos. Da igual que te hayas quedado sin trabajo (a mí me ha pasado varios años, true story), que tu pareja te haya puesto la cornameta (y no la de los renos de Santa Claus, precisamente), o que se te haya muerto el perro. Tú sonríe, que es navidad. ¡Nooo! Reprimir las auténticas emociones es malísimo para el bienestar físico y mental. Si estás triste o enfadado en estas fechas porque te ha sucedido algo malo, ¡destroza belenes, quema árboles de navidad, haz un cagané en la puerta de alguna iglesia! Vale que no es una actitud muy acorde con el espíritu navideño, pero la salud está antes que todo.
- Es una época en la que nos tenemos que reunir con toooda la familia. Incluso con los que no te caen bien, incluso con aquellos que no conoces o no recuerdas su nombre o si son de tu padre o de tu madre. Incluso, y éstos son los peores de todos: ¡con los rácanos que no te dan dinero! ¡No se atraganten comiendo gambas! Mención especial en este apartado para el cuñado. Esto de que el cuñado imbécil es uno de los fastidios de la navidad, es relativo. Yo, por ejemplo, no tengo cuñado, y conociéndome, me encantaría tenerlo para burlarme de él y dejarle en ridículo delante de toooda la familia. Sí, ya lo sé, época de paz y amor y toda es mierda...
- Luego por no hablar de que los precios suben, los bares se petan, hace mucho frío, los putos petardos de los niñatos, los traumáticos anuncios de perfúmenes, los regalos que son una mierda y que hay que devolver aguantando colas kilométricas, ser testigo de que mientras tú seguirás siendo pobre (seguramente para toda la vida) hay que gente que se convierte en millonaria de repente, los atascos en los viajes, tener que ponerte traje, oír villancicos hasta en sueños...
¡Vale, vale, Flanagan -estarás diciendo-, ¿pero esto no iba de que la navidad molaba?!
Sí, claro: en navidad se come mucho, se bebe más y, por ende, se multiplican las probabilidades de coger cacho.
Y punto. La navidad mola. En serio.
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